En el estudio de los textos que se remontan en el tiempo es común haber diferentes versiones. Estos textos suelen ser textos en los que sus lectores se basan para llevar a cabo prácticas de vida lo que hace que entre las distintas versiones se cree una fuerte tensión. En los textos de yoga por ejemplo se pueden encontrar múltiples versiones de los “yoga sutras” cada una con su respectiva opinión frente a la práctica. Un asunto que a veces se pretende solucionar con versiones que intentan abarcar a los distintos autores, como en los “Yoga sutras” de Edwin F. Bryant (2009), que algún tipo de referente general puede aportar. Sin embargo, las diferencias siguen presentes con cierta incomodidad.
En primera instancia las discrepancias parecen insalvables y cada parte encuentra una buena cantidad de argumentos para sostener la validez de su versión. Sin embargo, puede ser que la solución esté en otro lugar. Tal vez el problema no esté del lado de las versiones sino de sus lectores.
El escritor Ramanujan lo presenta hábilmente al señalar que se pueden leer las distintas versiones “por diferentes razones y con diferentes expectativas estéticas” (Ramanujan, 2004, p.157). Y con esto encontramos luces de armonía al reconocer que existen distintas necesidades en los lectores. Y entonces el trabajo siguiente será invitar a los lectores a que reconozcan sus propias necesidades y de esta manera en vez de comparar de manera conflictiva los textos podrá disfrutar de cada uno según su característica.
El yoga presenta un valioso aporte para esta tarea. Tal aporte sobre el estudio de los lectores no es solo nos habla de su diferenciación sino a la aceptación de la existencia de distintos niveles. Algo que podemos llamar “el arte de sentarse”. (Recordemos que la popular palabra “asana” en yoga nos habla de una “postura frente a la vida” y acá hablamos justamente de “una postura frente a lo que leemos”. Nuestra postura frente al conocimiento).
En relación con la cualificación se empieza por establecer una condición de los lectores que debe ser superada. Esta condición consiste en que “veremos el mundo según nuestro propio condicionamiento” . Atmavan manyate jagat . En uno de sus videos el humorista argentino Peter Capusotto ejemplifica como alguien obsesionado con “el Faso” interpreta en cada canción que escucha una referencia directa “al faso” así evidentemente no tenga nada que ver. En mayor o menor medida el yoga nos hace conscientes de este fenómeno dentro de nosotros para reconocer cómo se distorsiona la realidad. Ahora bien, así como se da el síntoma el yoga nos propone una solución.
Si bien la mente puede caer en esta visión parcializada, ella también puede ser ajustada hacia una progresiva claridad. Yogas citta vritti nirodhah (Yoga sutra 1.2.). En ese orden de ideas en la medida en que reconozcamos las condicionamientos de nuestra visión y bajo la guía y la práctica adecuada podamos corregirla y de esta manera acercarnos a los textos con distintas preguntas y encontrar en ellos armonía dándole lugar a su variedad según la calidad de nuestras preguntas.
Es natural que al hablar de niveles se genere nuevamente la polémica sobre “porque lo tuyo es más válido que lo mio” Pero, este arte de sentarse implica dos importantes aportes sobre este asunto: Primero: Se establecen unos mínimos requisitos para que una interpretación pueda ser tenida en cuenta. Más allá del “todo vale” , se abre la puerta a un criterio más fino. Segundo: Al dirigir el proceso hacia un mejoramiento interno y personal, las conversaciones de diferente nivel se darán naturalmente. Es decir, aquellos que puedan compartir sus nuevos hallazgos sabrán encontrar eco en quienes también los han encontrado. Sabiendo que el camino es en sí divertido y no es una competencia acerca de quién es el primero que llegue o que agenda política podemos imponer.
Referencias:
Bryant, E.F. (2009) The Yoga Sutras of Patanjali. New York. North Point Press.
Ramanujan, A.K. (2004) The collected Essays of A.K. Ramanujan. Oxford University Press.