contacto@escuelabaliyoga.com

Cinco Tattvas en el Bhagavad-gītā

Captura de pantalla 2024-06-18 110842

Reflexión sobre Jiva Tattva, Prakriti Tattva, Karma Tattva, Kala Tattva e Isvara Tattva a partir de la lectura del Bhagavad-gītā

Por: Carolina Posada López. Estudiante del curso del Bhagavad-gītā. Bali Yoga.

Las cinco verdades o principios fundamentales que Krishna presenta en el Bhagavad-gītā son: Jiva Tattva, que responde a la pregunta sobre quiénes somos, Prakriti Tattva sobre dónde estamos, Karma Tattva sobre cómo nos relacionamos y actuamos, Kala Tattva sobre qué es el tiempo e Isvara Tattva sobre Dios como el supremo y controlador.

Cada una de nosotras, las entidades vivientes, somos almas (jivas), que venimos de la energía o naturaleza superior de Krishna (paraprakriti). Habitamos cuerpos en el mundo material, los cuales corresponden a la naturaleza inferior de Krishna (prakriti) y están compuestos de sattva (bondad, pureza), rajas (pasión) y tamas (ignorancia, oscuridad). Las entidades vivientes nos ocupamos, desde tiempos inmemoriales, en diversas actividades (karma) en el mundo material. Las reacciones de estas actividades determinan nuestro futuro nacimiento. Es un ciclo que no termina. Sin embargo, cuando realizamos que el Señor Supremo, el controlador, Isvara, es la fuente original de todo cuanto existe, regresamos a Él terminando con el ciclo de nacimientos y muertes.


           La mayoría de nosotros aún no hemos realizado que somos almas. Cuando decimos “yo” no hablamos desde el alma, sino desde el ego falso y las identidades temporales que hemos aceptado encarnar en cada nacimiento, por ejemplo si hemos nacido como hombres o como mujeres: “Así como en este cuerpo el alma encarnada pasa continuamente de la niñez a la juventud y luego a la vejez, de la misma manera el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte. A la persona sensata no la confunde ese cambio.” Bg. 2.13. Estas identidades o cuerpos materiales no nos pertenecen simplemente por el hecho de habitarlas, sino que son parte de Krishna, de quien originalmente emerge la naturaleza material: “La tierra, el agua, el fuego, el aire, el éter, la mente, la inteligencia y el ego falso, estos ocho elementos en conjunto constituyen Mis energías materiales separadas.” Bg. 7.4. Krishna está presente en todo, pues Él es el creador original, pero a la vez Krishna es trascendental a Su creación: “Has de saber que todos los estados de existencia —ya sean de la bondad, de la pasión o de la ignorancia— los manifiesta Mí energía. En un sentido, Yo lo soy todo, pero soy independiente. Yo no me encuentro bajo la jurisdicción de las modalidades de la naturaleza material, ya que, por el contrario, ellas se encuentran dentro de Mí.” Bg. 7.12. Así como un padre o una madre están presentes en su hijo, no son el hijo mismo, pues él es una entidad viviente aparte. Ese es el ejemplo que nos dan los maestros para comprender cómo es que Krishna, estando presente en todo como Su sustentador, a la vez permanece separado de Su creación como la suprema personalidad. 

 

Aunque algunos de nosotros aún no hemos realizado el alma, es una verdad para todos que existimos gracias a una energía interior invisible que nos mueve y nos permite experimentar la vida, esta energía es el alma individual. ¿Qué otra cosa podría permitirnos expresar, decidir, ser? Aunque podemos optar por no llamar a esta energía interior “alma”, es una verdad que cuando alguien fallece, su cuerpo se vuelve inservible e inanimado. El dolor o la alegría que se experimentaron ya no pueden manifestarse en ese cuerpo, ya que su habitante no está más allí. Entonces, cómo podemos afirmar que somos el cuerpo o que el cuerpo es lo que manifiesta la realidad, cuando en primer lugar, si esa energía interior no se hace presente en el cuerpo, este no puede seguir desarrollándose ni manifestar una personalidad. En el Bhagavad-gītā, Krishna nos enseña que cuando el cuerpo muere, el alma no lo hace, ya que ella permanece inmutable: “Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte en ningún momento. Ella no ha llegado a ser, no llega a ser y no llegará a ser. El alma es innaciente, eterna, permanente y primordial. No se la mata cuando se mata el cuerpo.” Bg. 2.20 “Esta alma individual es irrompible e insoluble, y no se la puede quemar ni secar. El alma está en todas partes, y es sempiterna, inmutable, inmóvil y eternamente la misma.” Bg. 2.24. Es por esto que tampoco es posible afirmar que somos nuestra mente, pues al igual que el cuerpo, la mente es cambiante e inestable. 

 

Sin embargo, incluso si aceptamos, al menos teóricamente, que no somos simplemente nuestro cuerpo, nos resulta difícil recordarlo constantemente. Día tras día nos ocupamos en diversas actividades, impulsados por diferentes motivaciones y aspiraciones materiales. Aceptamos esas actividades y motivaciones como nuestra identidad, definiéndonos por lo que hacemos o deseamos. Por ejemplo, si aspiramos a ser buenos en alguna profesión, nos dedicamos con empeño y nos esforzamos por perfeccionar nuestras habilidades. Así, cuando se nos pregunta quiénes somos, tendemos a definirnos por nuestras actividades, intereses personales o lo que se espera que hagamos de acuerdo con nuestras responsabilidades. Lo que no cumple con esa expectativa nos frustra. Constantemente esperamos los frutos de nuestras acciones, ya sea en forma de recompensa o reconocimiento, siempre deseamos algo y buscamos obtener algún beneficio de nuestro esfuerzo.

 

En el Bhagavad-gītā, Krishna nos enseña que no deberíamos trabajar, actuar o esforzarnos con la expectativa de una recompensa, debido a que esta mentalidad puede llevarnos a la frustración, pues la vida está sujeta a cambios y los resultados no dependen enteramente de nuestra voluntad ni deseo caprichoso: “La Suprema Personalidad de Dios dijo: Es únicamente la lujuria, Arjuna, que nace del contacto con la modalidad material de la pasión y luego se transforma en ira, y que es el pecador enemigo de este mundo, enemigo que lo devora todo.” Bg. 3.37. Con esto, Krishna no nos insta a abstenernos de la acción, sino que nos anima a actuar con la actitud y mentalidad adecuadas, con el objetivo de encontrar paz interior y liberarnos de la inestabilidad mental que surge al trabajar únicamente motivados por intereses materiales. Esta mentalidad adecuada o enfoque en la acción se llama Yoga: “Tú tienes derecho a desempeñar tu deber prescrito, mas no a los frutos de la acción. Nunca consideres que eres la causa de los resultados de tus actividades, y jamás te apegues a no cumplir con tu deber.” Bg. 2.47. “Desempeña tu deber de un modo equilibrado, ¡oh, Arjuna!, abandonando todo apego al éxito o al fracaso. Esa clase de ecuanimidad se denomina yoga.” Bg. 2.48.


           Este enfoque del Yoga, que implica trabajar con ecuanimidad, alcanza su plenitud y se hace más perfecto cuando dedicamos los recursos obtenidos mediante nuestro esfuerzo al servicio de algo trascendental, o como Krishna mismo dice: al Señor supremo: “Por dedicarse de ese modo a prestarle servicio devocional al Señor, grandes sabios o devotos se liberan de los resultados del trabajo en el mundo material. De esa manera, quedan libres del ciclo del nacimiento y la muerte, y alcanzan el estado que se encuentra más allá de todos los sufrimientos [al ir de vuelta a Dios].” Bg. 2.51.

 
           Al haber trascendido las actividades impulsadas por las modalidades de la naturaleza, podemos liberarnos del ciclo repetitivo de nacimientos y muertes que nos ata al mundo material: “El alma espiritual que está confundida por la influencia del ego falso se cree la autora de actividades que en realidad son ejecutadas por las tres modalidades de la naturaleza material.” Bg. 3.27. “¡Oh, tú, el de los poderosos brazos!, aquel que posee conocimiento acerca de la Verdad Absoluta no se ocupa de los sentidos ni de la complacencia de éstos, pues conoce bien las diferencias que hay entre el trabajo con devoción y el trabajo por resultados fruitivos.” Bg. 3.28. Al entender esto, comprendemos que no es suficiente vivir para auto complacernos y auto servirnos. Al dedicar nuestros esfuerzos a Krishna, no buscamos suprimir nuestro impulso natural de tener deseos, sino que los dirigimos hacia Aquel que es capaz de satisfacerlos y purificarlos todos: “Una persona que tiene plena conciencia de Mí, que Me conoce como el beneficiario último de todos los sacrificios y austeridades, como el Señor Supremo de todos los planetas y semidioses, y como el benefactor y bienqueriente de todas las entidades vivientes, se libra de los tormentos de los sufrimientos materiales y encuentra la paz.” Bg. 5.2.

 

Sin embargo, a pesar de contar con la guía para terminar con el ciclo de nacimientos y muertes dedicándonos al servicio devocional, la mente todavía alberga dudas sobre Dios. Y es normal, pues Dios solo puede ser conocido por quien Él quiere que sea conocido. ¿Cómo más se explica que algunos tengan la capacidad de inspirarnos a replantear nuestra relación con Dios?, es porque ellos han visto o entendido más que nosotros, y el mismo conocimiento y sabiduría que nos comparten se ha presentado a ellos por el deseo de esa sabiduría misma que proviene de Krishna: “A aquellos que están constantemente consagrados a servirme con amor, Yo les doy la inteligencia mediante la cual pueden venir a Mí.” Bg. 10.10.


           Aún así, hay un método para cultivar nuestra fe, y este método es el Bhakti Yoga, a través del cual reconocemos que dependemos del deseo de una persona suprema, de Isvara, el controlador, quien es Krishna mismo presentándose en el Bhagavad-gītā, es Krishna mismo instruyéndonos y ayudándonos a comprender Su juego y nuestro lugar en ese vasto campo. Lejos de generarnos temor, deberíamos ver a Krishna como nuestro amigo, tal como se presenta ante Arjuna, como el más inteligente, el más sabio, el más grande y el más amoroso, como quien desea nuestro verdadero bienestar por encima de todo lo demás. Él nos guía y nos da las instrucciones para acercarnos más a Él: “Si alguien Me ofrece con amor y devoción una hoja, una flor, una fruta o agua, Yo la aceptaré.” Bg. 9.26 “Todo lo que hagas, todo lo que comas, todo lo que ofrezcas o regales, y todas las austeridades que realices, hazlo, ¡oh, hijo de Kuntī!, como una ofrenda a Mí.” Bg. 9.27. “Siempre ocupa la mente en pensar en Mí, vuélvete devoto Mío, ofréceme reverencias y adórame a Mí. Estando completamente absorto en Mí, es seguro que vendrás a Mí.” Bg. 9.34. “Siempre piensa en Mí, conviértete en devoto Mío, adórame a Mí y ofréceme a Mí tu homenaje. De ese modo, vendrás a Mí sin falta. Yo te prometo eso, porque tú eres Mi muy querido amigo.” Bg. 18.65. 

 

Cada tattva: jiva, prakriti, karma, kala e Isvara, se interconectan, creando una lectura clara y cercana del mundo y nuestra experiencia en él. El Bhagavad-gītā nos lleva de la mano en la comprensión de estos principios fundamentales. A través de las preguntas de Arjuna y las enseñanzas de Krishna, emprendemos un camino de comprensión profunda, donde cada tattva nos lleva al siguiente, enriqueciendo nuestra comprensión del universo y de nosotros mismos.

 

OTROS POST

Blog
Escuela Bali

Cinco Tattvas en el Bhagavad-gītā

Reflexión sobre Jiva Tattva, Prakriti Tattva, Karma Tattva, Kala Tattva e Isvara Tattva a partir de la lectura del Bhagavad-gītā Por: Carolina Posada López. Estudiante

Leer más »